31/01/2006

Datos sobre el caso del P. Eleazar López Hernandez

Diciembre de 2005.


 


El 16 de julio del presente año, en ocasión de la peregrinación anual de la diócesis de Tehuantepec a la Basílica de Guadalupe, en México, DF, me citó Mons. Felipe Padilla Cardona, Obispo de la diócesis, a dialogar con él en la sacristía de la Basílica de Guadalupe; estuvo presente también Mons. José Refugio Mercado Díaz, su Obispo auxiliar. Me dijo que le había llegado una carta de la Congregación para la Doctrina de Fe, donde le manifestaban cierta preocupación que tienen de mi ortodoxia por causa de la conferencia que dicté en Cochabamba, Bolivia, en octubre del 2004, dentro de la Asamblea de la Asociación Internacional de Misionólogos Católicos, IACM. Le pregunté que si le habían señalado concretamente en qué puntos o aspectos de mi ponencia habían expresado las dudas y que si podía tener copia de la carta. A esto último me respondió de inmediato que no sabía si podía darme la copia; pues había cierta reserva que conservar; pero que iba a consultar si me daba esa copia. Luego me leyó un párrafo de la carta que parece resumir los puntos más importantes.


 


Lo que alcancé a captar es que le comunicaban que, en mi escrito, yo estoy manipulando textos del Papa haciéndole decir lo que él no dijo y que hago una interpretación simplista de la historia de la evangelización de los indígenas, al afirmar que, al principio, no hubo en los misioneros suficiente diálogo con los indígenas y que luego la pastoral prácticamente abandonó a los indígenas; así mismo, cuando hablo en mi ponencia de lucha de dioses, de bilingüismo religioso, de yuxtaposición y sobreposición de religiosidades, resultado de la primera evangelización, en Roma interpretan que estoy impulsando el sincretismo religioso. En resumen, según la carta, ataco o dejo mal parada a la Iglesia y no tengo seriedad en el análisis de la historia, pues hay otras maneras de entender los mismos hechos.


 


Traté de explicar a mi Obispo que ése no es el sentido de mi ponencia; pues lo que busco es mostrar que no se dio el sincretismo en los indígenas, sino formas variadas de síntesis religiosa que culminó maravillosamente en el evento guadalupano; y que si, al principio, el esfuerzo de diálogo no logró resultados mejores, hoy estamos en condiciones nuevas para darle continuidad y culminación. Le manifesté además que me extraña esa reacción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pues ella conoce, desde hace tiempo, todos mis escritos y éste de Cochabamba es un resumen de otro que di en el Primer Simposio del CELAM sobre Teología india en 1999; estos planteamientos los he reiterado en los subsecuentes simposios y talleres del Celam, donde Mons. Octavio Ruíz, arzobispo de Villavicencio, Colombia, llevó la representación personal de Su Eminancia el cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto entonces de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Además el resultado de mi ponencia en Cochabamba fue que los misionólogos asociados me nombraron en esa asamblea Vicepresidente de la Asociación internacional de misionólogos católicos, IACM; razón por la cual viajé a Roma del 03 al 09 de julio de 2005 para la primera reunión del consejo directivo y para encontrarnos con Su Eminencia, el Cardenal Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.


 


Mons. Felipe Padilla me expresó que él está dispuesto a ayudar a que se aclaren esas dudas sobre mi ortodoxia; pero que hace falta que yo renueve mi pertenencia a la diócesis de Tehuantepec aceptando retornar a ella para tomar una parroquia, donde muestre a los demás sacerdotes cómo se debe llevar una pastoral organizada.


 


Le manifesté que yo he estado siempre en actitud de obedecer la voluntad de Dios expresada en mis superiores; y que en esta ocasión así será; pero necesito discernir mejor las cosas, ya que el servicio que el anterior Obispo de la diócesis de Tehuantepec me encomendó en la Pastoral indígena nacional y ahora a nivel latinoamericano e internacional, también es voluntad de Dios y tengo responsabilidad de asegurar su continuidad. Le comenté que aquí es donde veo la necesidad de que él tome en cuenta el parecer de los Obispos responsables de la Pastoral indígena nacional; pues saben del trabajo que desempeño desde CENAMI.


 


Me dijo que ya había conversado con el Sr. Nuncio apostólico en México, Mons Giuseppe Bertello, quien le había sugerido que compartiera este asunto con Mons. Felipe Arizmendi, Obispo de San Cristóbal, Presidente de la Comisión episcopal de pastoral indígena de la Conferencia del Episcopado Mexicano y responsable de la pastoral indígena del CELAM.


 


Le agradecí su deseo de clarificar las dudas de la Congregación para Doctrina de la Fe sobre mi ortodoxia, le reiteré mi petición de que me proporcione una copia de la carta que le mandaron y le pedí que me diera tiempo de pensar mejor la propuesta de regresar a la pastoral directa de la diócesis por todo lo que implica; y, en todo caso, también para terminar de cumplir los compromisos contraídos a nivel nacional e internacional antes de retornar a la diócesis. Quedamos en mantener la comunicación.


 


Mientras tanto oré mucho a Dios y consulté a varios hermanos obispos de la Pastoral indígena y a otros colegas sobre lo que procedía hacer; así mismo acudí a la Nunciatura para compartir mis preocupaciones al Sr. Nuncio. Casi todos coincidieron en señalar que existe en la Iglesia un sector que no está de acuerdo con el caminar de la Pastoral indígena y con la Teología india. Es este sector el que desea parar a como dé lugar el avance de la Pastoral indígena y de la Teología india por considerarla pelirgrosa; y para eso echa mano de todo su poder institucional. Lo que este sector espera es que yo me rebele y entonces me ataque más por esa vía, que por la ortodoxia. Por eso lo que me sugieren los consultados es acatar la disposición de ir a Tehuantepec por esos seis meses para luego tener la posibilidad de solicitar mi regreso al trabajo de Cenami.


 


A mediados de septiembre de 2005, antes de viajar a Roma para la visita ad límina, Mons. Felipe Padilla me llamó para decirme que él necesitaba saber si yo estaba dispuesto a obedecer y de buena gana. Le contesté que soy hombre de fe y de iglesia, que en diálogo expresa sus razones a la autoridad eclesiástica para descubrir la voluntad de Dios, pero al final desde luego que estoy dispuesto a obedecer aunque no entienda las razones del superior.


 


A su regreso de Roma, Mons. Felipe Padilla me comunicó cómo le había ido en su visita ad límina. Me dijo que Mons. Felipe Arizmendi externó mi caso ante el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe y que entonces, el Prefecto, que no conocía del caso, indicó que la Congregación no se mete en estos asuntos, que deben ser resueltos a nivel local; sólo si la diócesis o la Conferencia del episcopado mexicano no pueden resolverlo, entonces intervendría Roma. De modo que ahora mi asunto será ventilado en México a través de una comisión ad hoc de la CEM, compuesta por 4 obispos, (entre ellos el de Tehuantepec), que analizará mi ponencia de Cochabamba independientemente de la carta de Roma.


 


A pesar de esta disminución de la gravedad de las acusaciones, Mons. Felipe Padilla me pide que tome una parroquia en la diócesis de Tehuantepec; concretamente me propone la parroquia de Santa María Petapa o una nueva parroquia en Matías Romero. Yo le reiteré mi disposición de ir a cualquiera de esos dos lugares con tal de que me cumpla lo prometido de que serán sólo seis meses para luego reitegrarme a Cenami. Así lo aceptó y, aunque le había pedido terminar de cumplir los servicios asumidos en Cenami, él me planteó que asuma la parroquia en enero del 2006; cosa que haré por obediencia a pesar de los compromisos ya contraidos.


 


P. Eleazar López Hernández


 


Cenami, a.c., Av. Xochiquétzal 255, Deleg. Gustavo A. Madero, Col. Santa Isabel Tola, 07010, México, D.F.


Tels: (52-55)5577.4718, 5577.4735;   Fax (52-55)5781.2199; E-mail: [email protected]


 

Fonte: P. Eleazar López Hernández
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